Tal como es la naturaleza somos nosotras...
Las Mujeres.
Asi como transcurren los días,
las estaciones, las lunas,
transitan nuestras energías.
Somos cíclicas.
Lo sabías?

Esos estados de alta emotividad, de euforia, de alegría, de ansiedad, de cansancio, de tristeza, de erotismo irrefrenable, de creatividad, de confusión, de necesidad de estar solas... son muestras más que evidentes para darnos cuenta de que “si” lo sabemos.
Lo que ocurre es que nadie nos explicó que somos así y qué hacer con todo esto. No nos dieron el mapa para recorrernos.

Toda esta realidad que en general va acompañada de palabras como: “ciclotímica”, “histérica”, etc., a veces puede hacernos sentir impredescibles. La verdad es que cuando nuestras emociones se “disparan” podemos pasar de un estado a otro sin encontrar ni siquiera nosotras mismas alguna respuesta para esas oscilaciones.

diosas


Conocer esas respuestas es reencontrarnos.

Reencontrarnos es ordenarnos.

Ordenarnos es entendernos.

Entendernos es tomar nuestro poder.

Tomar nuestro poder es ser libres y autónomas.

Ser libres y autónomas es saber qué queremos y respetarnos.

Esto no implica desatender o no reconocer todo aquello bueno que ya hemos construido en nuestras vidas (una profesión, el amor, los hijos, la familia, los amigos, etc.), sino recuperar a "aquella mujer" que dejamos de lado por ir tras la conquista de espacios históricamente masculinos. Si bien el proceso nos permitió integrarnos en un mundo nuevo y crecer muchísimo, también siento que fuimos sin darnos cuenta, olvidando pedazos de nosotras mismas durante esa travesìa.circulos x3


El maravilloso recorrido

Mes a mes las mujeres transitamos por cuatro arquetipos muy diferentes entres sí.
El primero ocurre después de nuestra luna (menstruación).
Es el inicio de un nuevo ciclo. Energías renovadas, entusiasmo, fuerza, liberación, determinaciòn son algunas de sus características. Es momento de “hacer” por y para mí como prioridad. Es la Mujer Creadora, aquella que es capaz de hacer realidad todo lo que desee. Es, entre otras cosas, el sustento de nuestra autoestima.

Luego naturalmente a medida que nos acercamos a la ovulación nuestras energías empiezan a direccionarse hacia los vínculos. Somos nutricias y sustentadoras. Abrimos de tal modo la mirada hacia las necesidades del mundo que nos rodea, que nuestra propia naturaleza nos prepara para ser capaces de concebir una nueva vida en nuestro cuerpo.
Es la Mujer Realizada. Aquella que despues de haber concretado sus aspiraciones y proyectos sostiene y alimenta el desarrollo de los mismos. Todas nosotras seamos madres biológicas o no, somos madres de todos nuestros ideales y de cada una de nuestras conquistas hechas realidad.

A medida que nos acercamos a la premenstruación se inicia la fase introspectiva. Comienza entonces el análisis de lo vivido, momento de reflexión. Empieza a agudizarse en nosotras una percepción más sutil de todo lo acontecido. Nuestra mirada del mundo es mucho más realista y concreta tal como la que puede tener una Mujer sabia.

Comienza nuestro sangrado y se despierta con él el más poderoso de los cuatro arquetipos.
Es el momento en que necesitamos adentrarnos en nuestra propia oscuridad y quietud para dar fin a todas las cosas que ya debemos dejar ir. Situaciones, vínculos, todo aquello que necesite ser soltado para dar espacio a algo nuevo. Tendremos la fuerza, la comprensión y el amor necesario para aceptar el fin y principio de un nuevo ciclo. Es la Mujer Transformadora.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Cantándole a Juan

“Cierren los ojos, abran sus otros sentidos. Sientan el llamado de su árbol guardián”
Esa fue la invitación y así nos entregamos a la experiencia.
Yo llevaba mi tambor y mis pezuñas en los tobillos.
Mi intención me guiaba, las suaves hojas de eucalipto acariciaban las plantas de mis pies y mi alma.
Y allá lejos, casi al fondo... un llamado ineludible aceleró mis latidos y mi paso hacia él.
-¿Cuál es tu nombre? Le pregunté.
-Juan.
Y así empezó todo. No pude parar de bailar alrededor de su tronco cantándole con monosílabos las letras de mi corazón.
Nos abrazamos, contestó mis preguntas. Fue mi oráculo durante esa calurosa tarde.
Le pregunté si quería acompañarme. Me dijo que sí.
Y aquí lo tengo... un par de sus hojas en casa, entre los dos vidrios de su portarretrato.

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